#AhoraMisiones El Moskva, un buque con misiles guiados bautizado con el nombre de la capital rusa, fue hundido el jueves 14 de abril mientras era remolcado a las orillas del puerto tras sufrir graves daños. En ese momento, el Kremlin reconoció un incendio a bordo y descartó haber sufrido un ataque de las fuerzas de Ucrania.
El buque insignia tenía capacidad para 16 misiles crucero de largo alcance, y su retiro del combate redujo enormemente la capacidad ofensiva de Rusia en la zona del Mar Negro.
Durante los primeros días del conflicto, allá por finales de febrero, el Moskva fue el buque desde donde se pidió la rendición de los soldados ucranianos estacionados en la Isla de las Serpientes.
¿Cómo Ucrania logró hundir el Moskva?
Con 186 metros de largo, más que dos canchas de fútbol, el navío contaba con una inmensa cantidad de sensores, bloqueadores de radio y pistolas. Además, estaba protegido por tres capas de defensa aérea: baterías de misiles S-300F y OSA-MA para derribar amenazas a distancias largas y cortas respectivamente, y ametralladoras automáticas AK-630 Gatling.
Sin embargo, contra lo planeado por el gobierno de Vladimir Putin, las milicias de Ucrania lograron un insólito ataque que acabó con la carrera del temerario buque.
Según una investigación del medio The Economist, el éxito ucraniano se valió de una maniobra de distracción realizada desde la costa del Mar Negro. Una gran cantidad de drones ucranianos, fabricados en Turquía, sobrevolaron la zona del Moskva alertando a la tripulación a bordo.
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Mientras el Ejército de Rusia, y también los radares del buque, se preocupaban por lo que sucedía en el cielo, otro ataque se estaba planeando desde la costa. Desde un lanzador móvil aprestado sobre la tierra, dos misiles Neptune comenzaban su viaje con destino en el Moskva.
Los Neptune, que son la evolución de un misil antibuque ruso conocido como Kh-35, poseen la particularidad de volar a muy baja altura sobre el nivel del mar, además gracias a la utilización de los drones turcos, Ucrania pudo guiarlos manualmente conociendo el punto exacto donde se encontraba el navío ruso.
Al no encender los radares que los misiles poseen en su interior, la detección rusa se hizo imposible, cuando lograron darse cuenta que estaban bajo ataque ya era demasiado tarde.
Asimismo, los Neptune cuentan con una particularidad que los convirtió en el arma exacta para este ataque. Por la curvatura de la tierra, la lluvia, la niebla y el oleaje, los misiles pudieron viajar escondidos como si se tratara casi de un ataque fantasma.
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