#AhoraMisiones Marcelo Diez es un emblemático personaje de La Feliz y vive de un producto que entrega desde hace 32 años frente al mar. Acumuló propiedades y vehículos. Contar su historia en los medios le valió una visita de la AFIP.
La temperatura del aceite es perfecta y burbujea mientras el sol quema en la nuca. En Mar del Plata, un hombre inventó sus propias mañas y se convirtió en un mito viviente: “Me gustan las chicas, la noche y el teatro. Soy el personaje de la familia”, cuenta Marcelo Diez.
Se coloca y se quita los anteojos de sol sin darse cuenta de su propio gesto. Enfrenta la mañana sonriente, mientras endulza la nueva tanda del maíz ya inflado y emprolija su jopo con un peine que guarda en el segundo cajón del carro. No es un pochoclero más.
En La Feliz su nombre es sinónimo de pochoclos. Tiene 54 años y desde los 22 recorre su ciudad natal para venderle ilusiones a chicos y grandes. Recién a los 35 se compró su primer departamento. Acumuló propiedades, vehículos, más carros para vender y se animó a invertir en la Bolsa de Valores. Ganó millones sin darse cuenta.
“Lo de la Bolsa lo aprendí con una persona que pasó por el puesto, me insistió, me mostró lo que era una empresa, una acción. Conocí qué es la compra futura de la acción, me fui interiorizando y me gustó. A qué se dedica una empresa, cuáles son sus máximos y mínimos. Hoy pienso que no es un momento para invertir en la Bolsa, el país está muy mal”.
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