En estos momentos, los ministros de finanzas discuten una red para impedir
que el chavismo lave su dinero espurio o lo deposite en el exterior. Además, planean una especie de Plan Marshall para una transición democrática
Argentina, como presidente del G20, recibe este lunes y martes a los ministros de Finanzas del foro y,
aprovechando su rol, logró convocar a los países más importantes del mundo para enviarle un
mensaje claro al régimen de Nicolás Maduro: no podrán usar el dinero de la corrupción fuera de su
territorio, y mucho menos depositarlo en el exterior.
Es que antes de dirigirse al Centro de Exposiciones y Convenciones donde se desarrollará la cumbre del G20, los enviados de EEUU, el G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) y el grupo de Lima (además de Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Brasil y Costa Rica, Guyana y Santa Lucía) están reunidos en el Ministerio de Finanzas para concertar una red mundial para impedir que esos millones circulen por el globo.
Utilizarán la red de inteligencia financiera para impedirle cualquier movimiento al régimen. A través del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), el organismo intergubernamental que depende de la OCDE, pondrán en marcha todos los recursos para identificar ese dinero espurio, e impedir su uso.
Las ideas que se discuten hoy comenzaron a debatirse en octubre del año pasado en Washington. Había que buscar una manera de imponer controles financieros al régimen de Maduro sin perjudicar a los venezolanos, que bastantes problemas ya tienen. Los países latinoamericanos, en especial Colombia, Perú, Brasil y Argentina, saben que la crisis venezolana es una bomba que comenzó a explotarles en su propio territorio. Cada día, miles de venezolanos huyen de las penurias económicas –hiperinflación, escasez de alimentos, falta de medicinas, persecución política e inseguridad– y el gobierno de Nicolás Maduro se niega a aceptar lo que ya se ha transformado en una crisis humanitaria, por lo que este grupo de países convocados por la Argentina, también está analizando medidas para este escenario de catástrofe.
Argentina, como presidente del G20, recibe este lunes y martes a los ministros de Finanzas del foro y,
aprovechando su rol, logró convocar a los países más importantes del mundo para enviarle un
mensaje claro al régimen de Nicolás Maduro: no podrán usar el dinero de la corrupción fuera de su
territorio, y mucho menos depositarlo en el exterior.
Es que antes de dirigirse al Centro de Exposiciones y Convenciones donde se desarrollará la cumbre del G20, los enviados de EEUU, el G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) y el grupo de Lima (además de Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Brasil y Costa Rica, Guyana y Santa Lucía) están reunidos en el Ministerio de Finanzas para concertar una red mundial para impedir que esos millones circulen por el globo.
Utilizarán la red de inteligencia financiera para impedirle cualquier movimiento al régimen. A través del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), el organismo intergubernamental que depende de la OCDE, pondrán en marcha todos los recursos para identificar ese dinero espurio, e impedir su uso.
Las ideas que se discuten hoy comenzaron a debatirse en octubre del año pasado en Washington. Había que buscar una manera de imponer controles financieros al régimen de Maduro sin perjudicar a los venezolanos, que bastantes problemas ya tienen. Los países latinoamericanos, en especial Colombia, Perú, Brasil y Argentina, saben que la crisis venezolana es una bomba que comenzó a explotarles en su propio territorio. Cada día, miles de venezolanos huyen de las penurias económicas –hiperinflación, escasez de alimentos, falta de medicinas, persecución política e inseguridad– y el gobierno de Nicolás Maduro se niega a aceptar lo que ya se ha transformado en una crisis humanitaria, por lo que este grupo de países convocados por la Argentina, también está analizando medidas para este escenario de catástrofe.
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