#AhoraMisiones
No se puede comparar el operativo de Río con el golpe que en 1964 dejó al gigante latinoamericano bajo control militar durante más de dos décadas, pero los ecos de esa época negra son tan fuertes que el Gobierno se ha visto forzado a disipar cualquier recelo.
"Voy a darle las probabilidades para la hipótesis de un golpe militar: cero", zanjó Temer en una entrevista a Radio Bandeirantes el viernes.
"No hay ningún riesgo para la democracia cuando las decisiones se toman partiendo de la Constitución. Al contrario, estamos reforzando la democracia", manifestó el ministro de Defensa, Raul Jungmann.
La idea de un "golpe" -político- fue resucitada en los últimos años por la izquierda brasileña para referirse al impeachment que sacó del poder a la izquierdista Dilma Rousseff en 2016, y que entronizó como jefe del Estado a Temer, su vicepresidente.
Inédito en democracia
En la recta final de su gobierno, muchos se sorprendieron de que Temer sacara la carta de la seguridad para levantar su impopularidad histórica... usando la delicada figura militar.
Los cariocas, de hecho, están acostumbras desde hace años a ver soldados camuflados apoyando a la policía en su batalla contra las poderosas bandas de traficantes.
Unos 8.500 militares fueron enviados en julio a Rio para ayudar en los operativos en las favelas, el último de ellos el viernes en comunidades al oeste de la ciudad. Y durante los Juegos Olímpicos de 2016, las tropas se enfocaron en vigilar las áreas turísticas, patrullando con sus fusiles de asalto los barrios playeros de Copacabana e Ipanema.
Pero esta intervención es diferente.
Ahora las Fuerzas Armadas no solo ayudarán, dado que los militares manejarán las operaciones y reemplazarán a los liderazgos civiles en toda el área de seguridad.
Eso nunca había ocurrido en Brasil desde que la democracia regresó en 1985.
Detenciones masivas
El gobierno dio un primer paso en falso al sugerir que podrían multiplicarse los allanamientos en barrios enteros y no en un domicilio específico.
Las críticas emergieron incluso desde sectores judiciales, incluyendo a uno de los principales fiscales anticorrupción, Deltan Dallagnol. El Gobierno matizó luego su postura.
Pero eso no disipó los temores de que la intervención militar exponga a todo tipo de abusos a los pobladores de las empobrecidas favelas, sin que ello arroje además grandes resultados en la erradicación de las bandas de narcotraficantes.
En un video en Facebook que se volvió viral, tres jóvenes negros dan consejos a la comunidad negra para sobrevivir a los abusos de la policía.
"La intervención en Rio es una medida inadecuada y extrema que preocupa porque pone en riesgo los derechos humanos de la población", advirtió la directora de Amnistía Internacional en Brasil, Jurema Werneck.
¿Quien vigila al vigilante?
Temer dejó claro que los militares usarán la fuerza letal cuando se justifique. Pero la población de Rio, cansada de las abusivas operaciones policiales y de las balas perdidas, quiere saber quién controlará la actuación de los soldados, teniendo en cuenta que las fuerzas armadas solo responden ante tribunales militares.
Para añadir más leña al fuego, el general en jefe del Ejército, Eduardo Villas Boas, dijo que quiere "garantías para poder actuar sin el riesgo de que surja una nueva Comisión de la Verdad".
Muchos vieron esa comisión que examinó los crímenes de la dictadura, impulsada por Rousseff, como una forma de airear memorias dolorosas, pese a que torturadores confesos incluidos en el reporte final de 2014 fueron amnistiados y no pisarán la prisión.
Otra figura clave de la intervención de Rio, el ministro de Seguridad Sergio Etchegoyen, llegó a calificar esa comisión como "patética".
Su padre sirvió en posiciones de alto rango en la dictadura, mientras que un tío suyo encabezó la llamada "Casa de la Muerte", un centro cerca de Rio donde presos políticos eran torturados hasta morir.
¿Un ensayo?
Una de las teorías conspirativas que circulan estos días es que Rio podría ser un ensayo para una expansión del poder militar. El propio Etchegoyen describió a Rio como un "laboratorio" el año pasado.
Esta semana, sin embargo, el funcionario volvió al tema afirmando que no había "actualmente" necesidad de tomar el control de otros estados.
Pero Temer removió aún más las aguas cuando dijo el viernes que consideró ampliar esa intervención y destituir incluso al gobernador de Rio.
"Fue una discusión de un primer momento, pero sería demasiado radical y lo descarté", dijo en una entrevista con radio Bandeirantes.
Fuente: Agencia de Noticias AFP/NA
"Voy a darle las probabilidades para la hipótesis de un golpe militar: cero", zanjó Temer en una entrevista a Radio Bandeirantes el viernes.
"No hay ningún riesgo para la democracia cuando las decisiones se toman partiendo de la Constitución. Al contrario, estamos reforzando la democracia", manifestó el ministro de Defensa, Raul Jungmann.
La idea de un "golpe" -político- fue resucitada en los últimos años por la izquierda brasileña para referirse al impeachment que sacó del poder a la izquierdista Dilma Rousseff en 2016, y que entronizó como jefe del Estado a Temer, su vicepresidente.
Inédito en democracia
En la recta final de su gobierno, muchos se sorprendieron de que Temer sacara la carta de la seguridad para levantar su impopularidad histórica... usando la delicada figura militar.
Los cariocas, de hecho, están acostumbras desde hace años a ver soldados camuflados apoyando a la policía en su batalla contra las poderosas bandas de traficantes.
Unos 8.500 militares fueron enviados en julio a Rio para ayudar en los operativos en las favelas, el último de ellos el viernes en comunidades al oeste de la ciudad. Y durante los Juegos Olímpicos de 2016, las tropas se enfocaron en vigilar las áreas turísticas, patrullando con sus fusiles de asalto los barrios playeros de Copacabana e Ipanema.
Pero esta intervención es diferente.
Ahora las Fuerzas Armadas no solo ayudarán, dado que los militares manejarán las operaciones y reemplazarán a los liderazgos civiles en toda el área de seguridad.
Eso nunca había ocurrido en Brasil desde que la democracia regresó en 1985.
Detenciones masivas
El gobierno dio un primer paso en falso al sugerir que podrían multiplicarse los allanamientos en barrios enteros y no en un domicilio específico.
Las críticas emergieron incluso desde sectores judiciales, incluyendo a uno de los principales fiscales anticorrupción, Deltan Dallagnol. El Gobierno matizó luego su postura.
Pero eso no disipó los temores de que la intervención militar exponga a todo tipo de abusos a los pobladores de las empobrecidas favelas, sin que ello arroje además grandes resultados en la erradicación de las bandas de narcotraficantes.
En un video en Facebook que se volvió viral, tres jóvenes negros dan consejos a la comunidad negra para sobrevivir a los abusos de la policía.
"La intervención en Rio es una medida inadecuada y extrema que preocupa porque pone en riesgo los derechos humanos de la población", advirtió la directora de Amnistía Internacional en Brasil, Jurema Werneck.
¿Quien vigila al vigilante?
Temer dejó claro que los militares usarán la fuerza letal cuando se justifique. Pero la población de Rio, cansada de las abusivas operaciones policiales y de las balas perdidas, quiere saber quién controlará la actuación de los soldados, teniendo en cuenta que las fuerzas armadas solo responden ante tribunales militares.
Para añadir más leña al fuego, el general en jefe del Ejército, Eduardo Villas Boas, dijo que quiere "garantías para poder actuar sin el riesgo de que surja una nueva Comisión de la Verdad".
Muchos vieron esa comisión que examinó los crímenes de la dictadura, impulsada por Rousseff, como una forma de airear memorias dolorosas, pese a que torturadores confesos incluidos en el reporte final de 2014 fueron amnistiados y no pisarán la prisión.
Otra figura clave de la intervención de Rio, el ministro de Seguridad Sergio Etchegoyen, llegó a calificar esa comisión como "patética".
Su padre sirvió en posiciones de alto rango en la dictadura, mientras que un tío suyo encabezó la llamada "Casa de la Muerte", un centro cerca de Rio donde presos políticos eran torturados hasta morir.
¿Un ensayo?
Una de las teorías conspirativas que circulan estos días es que Rio podría ser un ensayo para una expansión del poder militar. El propio Etchegoyen describió a Rio como un "laboratorio" el año pasado.
Esta semana, sin embargo, el funcionario volvió al tema afirmando que no había "actualmente" necesidad de tomar el control de otros estados.
Pero Temer removió aún más las aguas cuando dijo el viernes que consideró ampliar esa intervención y destituir incluso al gobernador de Rio.
"Fue una discusión de un primer momento, pero sería demasiado radical y lo descarté", dijo en una entrevista con radio Bandeirantes.
Fuente: Agencia de Noticias AFP/NA
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