Casi 50 minutos antes de lo previsto, el vuelo 954 de American Airlines que trasladó al presidente Mauricio Macri aterrizó en Nueva York. En su primera actividad oficial de la gira por Manhattan que emprende a partir de hoy, Macri rendirá tributo a los argentinos Diego Mendoza, Diego Enrique Angelini, Alejandro Damián Pagnucco, Ariel Erlij y Hernán Ferruchi, asesinados por el terrorista uzbeko Sayfullo Saipov.
La ceremonia ocurrirá en el escenario del crimen fundamentalista, y participará la delegación oficial y el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, que concurrirá junto a su esposa al memorial del trágico ataque que se levantó en las cercanías del Río Hudson. De Blasio y Macri ofrecerán unas palabras en nombre de las víctimas y luego depositarán una ofrenda floral. Entre los invitados a la ceremonia estará presente Guillermo Banchini, que sobrevivió al ataque del lobo solitario que responde a ISIS. Además, el Presidente y el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, visitarán a Martín Marro, que aún continúa internado en el Hospital Presbiterian. Lifschitz ya está en Nueva York, ayer se reunió con los familiares de las víctimas, y como pudo reprimió sus emociones personales: fue compañero de instituto de los cinco rosarinos asesinados en el otoño de Manhattan.
Tras la ceremonia que se formalizará a pocas cuadras del sitio utilizado en su momento por las Torres Gemelas, el presidente mantendrá una reunión a puerta cerrada con inversores y CEO de Estados Unidos. Macri estará sólo tres días en Manhattan –llegó hoy en el vuelo de American Airlines 954—y su agenda incluye una cena distendida con personajes influyentes de la Gran Manzana, un encuentro con el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, la entrevista que concederá a la agencia de Negocios Bloomberg y sus disertaciones en el Bussiness Council for International Understanding y el Council of Americas, dos organizaciones influyentes en la principal city financiera de los Estados Unidos.
Macri regresa a Nueva York fortalecido, si se compara su situación política de 2016. En septiembre de ese año participó de la Asamblea General de Naciones Unidas, compartió un panel con Bill Clinton y Mateo Renzi y tuvo encuentros con un puñado de banqueros e inversores que preguntaban sobre su estabilidad institucional, la posibilidad de su plan económico –en pleno ajuste—y la vigencia política de Cristina Fernández.
Ahora, el Presidente puede mostrar cifras de leve crecimiento y una baja importante de la inflación anual, así como los resultados electorales de CFK y la detención de su vicepresidente Amado Boudou y del ministro Julio de Vido. Macri pretende multiplicar las inversiones directas en la Argentina, y para eso realiza este viaje relámpago a la ciudad que nunca duerme.
Sin embargo, no será sencillo cumplir el cometido. Ya en Manhattan se conoce la resistencia que existe entre sindicalistas, gobernadores y parlamentarios justicialistas acerca de las reformas que empuja la Casa Rosada. El presidente deberá esmerarse para demostrar que puede saltar esos obstáculos políticos y avanzar en dos propuestas estructurales que apuntan a modificar las relaciones laborales y el esquema impositivo nacional y provincial.
Macri conoce Nueva York y cómo piensan sus inversores y sus banqueros. Un dato que no es menor cuando se intenta disminuir la pobreza, cerrar el déficit fiscal, bajar la inflación y transparentar el funcionamiento del Estado. Pero Argentina aún es una incógnita para Manhattan, y el Presidente deberá remar y remar para lograr que, finalmente, Wall Street levante los dos pulgares para arriba.
La ceremonia ocurrirá en el escenario del crimen fundamentalista, y participará la delegación oficial y el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, que concurrirá junto a su esposa al memorial del trágico ataque que se levantó en las cercanías del Río Hudson. De Blasio y Macri ofrecerán unas palabras en nombre de las víctimas y luego depositarán una ofrenda floral. Entre los invitados a la ceremonia estará presente Guillermo Banchini, que sobrevivió al ataque del lobo solitario que responde a ISIS. Además, el Presidente y el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, visitarán a Martín Marro, que aún continúa internado en el Hospital Presbiterian. Lifschitz ya está en Nueva York, ayer se reunió con los familiares de las víctimas, y como pudo reprimió sus emociones personales: fue compañero de instituto de los cinco rosarinos asesinados en el otoño de Manhattan.
Tras la ceremonia que se formalizará a pocas cuadras del sitio utilizado en su momento por las Torres Gemelas, el presidente mantendrá una reunión a puerta cerrada con inversores y CEO de Estados Unidos. Macri estará sólo tres días en Manhattan –llegó hoy en el vuelo de American Airlines 954—y su agenda incluye una cena distendida con personajes influyentes de la Gran Manzana, un encuentro con el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, la entrevista que concederá a la agencia de Negocios Bloomberg y sus disertaciones en el Bussiness Council for International Understanding y el Council of Americas, dos organizaciones influyentes en la principal city financiera de los Estados Unidos.
Macri regresa a Nueva York fortalecido, si se compara su situación política de 2016. En septiembre de ese año participó de la Asamblea General de Naciones Unidas, compartió un panel con Bill Clinton y Mateo Renzi y tuvo encuentros con un puñado de banqueros e inversores que preguntaban sobre su estabilidad institucional, la posibilidad de su plan económico –en pleno ajuste—y la vigencia política de Cristina Fernández.
Ahora, el Presidente puede mostrar cifras de leve crecimiento y una baja importante de la inflación anual, así como los resultados electorales de CFK y la detención de su vicepresidente Amado Boudou y del ministro Julio de Vido. Macri pretende multiplicar las inversiones directas en la Argentina, y para eso realiza este viaje relámpago a la ciudad que nunca duerme.
Sin embargo, no será sencillo cumplir el cometido. Ya en Manhattan se conoce la resistencia que existe entre sindicalistas, gobernadores y parlamentarios justicialistas acerca de las reformas que empuja la Casa Rosada. El presidente deberá esmerarse para demostrar que puede saltar esos obstáculos políticos y avanzar en dos propuestas estructurales que apuntan a modificar las relaciones laborales y el esquema impositivo nacional y provincial.
Macri conoce Nueva York y cómo piensan sus inversores y sus banqueros. Un dato que no es menor cuando se intenta disminuir la pobreza, cerrar el déficit fiscal, bajar la inflación y transparentar el funcionamiento del Estado. Pero Argentina aún es una incógnita para Manhattan, y el Presidente deberá remar y remar para lograr que, finalmente, Wall Street levante los dos pulgares para arriba.
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