Con el guiño de Hugo Moyano, la CGT convocará a una movilización contra el Gobierno

La medida se implementará a fin de mes o principio de agosto. Será en repudio a la política económica y en defensa de la actividad sindical. Dirimen si marchar a Plaza de Mayo o al Monumento a Perón

Juan Carlos Schmid lo dice sin rodeos:

–Vamos a marchar para mostrar nuestro rechazo a la política económica y a la ofensiva sobre los sindicatos. Esto no da para más –arenga desde la mesa de un café del centro porteño.

Las críticas del jefe de la CGT caen inmisericordes sobre Mauricio Macri.

–Del atril para acá se volvió todo más difícil con el Presidente– reflexiona, apelando a una metonimia.

Es que "el atril" representa aquel fatídico acto de marzo donde la dirigencia sindical evitó la convocatoria a un paro, lo que llevó a un grupo de trabajadores, en señal de protesta, a robar el simbólico mueble del escenario.

A los ojos de Schmid, desde entonces empeoraron las condiciones económicas. No sólo vislumbra una inflación renuente a dejar el centro de escena sino que ve cómo la misma horada el poder adquisitivo.

La CGT ni siquiera logró un gesto oficial en el Consejo del Salario. Por el contrario, el gobierno laudó estableciendo un incremento de la remuneración mínima en etapas, que alcanzará los 10 mil pesos recién en un año, prácticamente a tono con la propuesta empresaria.

Para los sindicalistas la discusión también es macro. Está planteada sobre una línea directriz del gobierno. Una línea que es caratulada como "antisindical" por la cúpula cegetista.

"Macri habla de la mafia de los juicios laborales y en Córdoba, sus aliados, restringen el derecho de huelga declarando el transporte como servicio esencial. Como si fuera poco, alientan las intervenciones de los gremios", desmenuza Schmid.

A la reciente intervención del sindicato de los canillitas le precedieron la de los portuarios, los vigiladores privados y los azucareros. Para la CGT ya no se trata de hechos aislados sino de una afrenta que podría profundizarse tras las elecciones.

–Vienen por todo– se queja el jefe cegetista.

–¿No se puede interpretar la protesta como una reacción corporativa ante las intervenciones?

–No, porque es parte de una política global, que deteriora el salario, que busca la revisión de los convenios colectivos para firmar a la baja, que aumenta la pobreza y que multiplica los despidos, como lo estamos viendo día a día. Y frente a eso tenemos que decir basta.
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