Parece inimaginable que alguien pueda sobrevivir en las condiciones en las que permanece don Héctor ‘Tito’ Viera (60), vecino del barrio Caballeriza de Oberá sumido en la más absoluta pobreza y abandono.
Su rancho no tiene paredes y el piso de tierra se convirtió en un lodazal, producto de las constantes lluvias de las últimas semanas. El hombre está enfermo y sus vecinos lo asisten con lo que pueden, que no es mucho por tratarse de una barriada humilde.
En diálogo con este medio, Viera comentó que es viudo y tiene un hijo que reside en la ciudad de Posadas, aunque lamentó que no mantienen una buena relación.
Sus problemas de salud no le permiten trabajar, no dispone de ningún ingreso ni beneficio social, por lo que depende de la caridad para sobrevivir.
“El lunes a viernes busco la comida del comedor, pero los fines de semana está cerrado y me arreglo con lo que consigo. El domingo comí dos paltas y un pedazo de pan. La verdad que estoy pasando mal, pero no me gusta pedir”, reconoció con una mueca de dolor.
Contó que fue albañil y siempre trabajó. Su esposa murió joven, hace casi dos décadas, por lo que tuvo que criar solo a su hijo.
Por sus problemas de salud, tiempo atrás se mudó a Posadas con su hijo, pero tuvieron dificultades en la convivencia y a principios de año decidió regresar a Oberá, donde se instaló en un terreno sobre calle Portugal.
Para colmo, semanas atrás pisó un clavo y la herida se infectó, aún arrastra secuelas de esa lesión y le cuesta caminar.
“Ahora estoy viviendo peor que un chancho, pero no me queda otra. El techo está bien, pero casi no tengo paredes y entra la lluvia y el frío”, detalló.
Como si esto fuera poco, apenas se instaló en el lugar le robaron sus pocas pertenencias, por lo que literalmente se quedó con lo puesto. Ayer al mediodía estaba con toda la ropa mojada.
Vecinos del lugar que alertaron de la situación de don Viera, reclamaron algún tipo de asistencia de la comuna, que conocería el caso, aunque hasta el momento no actuaron en consecuencia.
Su rancho no tiene paredes y el piso de tierra se convirtió en un lodazal, producto de las constantes lluvias de las últimas semanas. El hombre está enfermo y sus vecinos lo asisten con lo que pueden, que no es mucho por tratarse de una barriada humilde.
En diálogo con este medio, Viera comentó que es viudo y tiene un hijo que reside en la ciudad de Posadas, aunque lamentó que no mantienen una buena relación.
Sus problemas de salud no le permiten trabajar, no dispone de ningún ingreso ni beneficio social, por lo que depende de la caridad para sobrevivir.
“El lunes a viernes busco la comida del comedor, pero los fines de semana está cerrado y me arreglo con lo que consigo. El domingo comí dos paltas y un pedazo de pan. La verdad que estoy pasando mal, pero no me gusta pedir”, reconoció con una mueca de dolor.
Contó que fue albañil y siempre trabajó. Su esposa murió joven, hace casi dos décadas, por lo que tuvo que criar solo a su hijo.
Por sus problemas de salud, tiempo atrás se mudó a Posadas con su hijo, pero tuvieron dificultades en la convivencia y a principios de año decidió regresar a Oberá, donde se instaló en un terreno sobre calle Portugal.
Para colmo, semanas atrás pisó un clavo y la herida se infectó, aún arrastra secuelas de esa lesión y le cuesta caminar.
“Ahora estoy viviendo peor que un chancho, pero no me queda otra. El techo está bien, pero casi no tengo paredes y entra la lluvia y el frío”, detalló.
Como si esto fuera poco, apenas se instaló en el lugar le robaron sus pocas pertenencias, por lo que literalmente se quedó con lo puesto. Ayer al mediodía estaba con toda la ropa mojada.
Vecinos del lugar que alertaron de la situación de don Viera, reclamaron algún tipo de asistencia de la comuna, que conocería el caso, aunque hasta el momento no actuaron en consecuencia.
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