Francisco y el aborto, un gesto encubridor

E l Papa extendió a toda la curia la potestad de absolver el “pecado” del aborto más allá del Año de la Misericordia, excepción que había sido establecida por el clero hace un año atrás con la apertura del periodo del jubileo. El “pecado del aborto” era el único que requería autorización del Vaticano para ser perdonado. Junto a esta “innovación”, la carta apostólica "Misericordia et misera" establece que el homosexual debe ser “acompañado pastoralmente”, que los divorciados no están excomulgados y que no habilitará el sacerdocio femenino.



 Los esfuerzos por encontrar un gesto de progresividad en la centralidad que el Vaticano le da al tema del aborto, como ponen de relieve en las opiniones que se pueden encontrar en los medios de comunicación, se inscriben en la estrategia de contención social de la Iglesia, que incluye con particular atención al movimiento de mujeres que está protagonizando rebeliones populares en todo el mundo. A la par de esta “innovación” con la que se promete habilitar perdones o castigos a la medida de cada párroco con respecto al tema aborto, el clero se encuentra en una cruzada a nivel internacional para impedir el aborto legal o las causales en los casos en los que se establezcan excepcionalidades, como ocurre en la Argentina. En nuestro país el clero, de la mano del gobierno de Vidal acaba de bloquear la adaptación de la reglamentación provincial al fallo FAL de la corte que obliga al Estado a practicar abortos legales en caso de riesgo de la salud de la gestante, inviabilidad del feto o embarazo producto de una violación. El pontífice se dirige a la feligresía cristiana, pobre, trabajadora, que aborta sin el permiso papal –sólo en América Latina, entre 3 y 4 millones de mujeres– para apuntalar la tutela de la Iglesia Católica. Mediante esta reforma, Francisco busca contener el éxodo de fieles de una institución en decadencia, atravesada por la corrupción del Banco Vaticano y el amparo a innumerables curas pedófilos. Esta reforma entraña por lo tanto un objetivo reaccionario. Oscurantismo Francisco aprovechó el anuncio para reforzar la mirada oscurantista de la institución respecto del tema. “Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, ya que pone fin a una vida inocente”, dijo. Mediante esta operación, igualó a la mujer que aborta con un homicida. Los impulsores de la falsa paridad de género, que viven colgados de la sotana, no hacen más que poner de relieve el carácter reaccionario de su pretendida defensa del género femenino. El planteo también demuestra el peso gravitante de la Iglesia Católica en la política de los Estados respecto de los derechos sexuales y reproductivos, una dimensión sobre la que habría que desautorizar al clero, ya que para una institución célibe y religiosa no debieran ser materia de opinión temas de esta índole. El saldo del lobby clerical son las muertas por sepsis, mutilaciones, mujeres presas o criminalizadas y otras millones condicionadas por la amenaza del castigo. En la Argentina, la principal causa de muerte materna es el aborto clandestino, gravísima realidad que denunció incluso la Relatora de la ONU que revisó la situación de la violencia contra las mujeres en el país. Situación que mantiene inconmovible al gobierno, consultado por las declaraciones del Papa, Marcos Peña, Jefe de Gabinete, salió a aclarar que “el aborto no está en la agenda del gobierno”. El gobierno de CFK había dejado una tasa de muerte de mujeres gestantes que duplica al objetivo impuesto para 2015 por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La Iglesia es un Estado dentro del Estado (algo que consagró la reforma kirchnerista del Código Civil de 2014) y la garante ideológica de la familia como un vínculo indisoluble, aun cuando éste se base en el sometimiento más feroz, mensaje nefasto si consideramos que el 70% de los femicidios y el 80% de los abusos de menores se produce al interior del hogar. El #NiUnaMenos y los levantamientos de mujeres ponen en cuestionamiento el orden social capitalista desde sus raíces. El intento de presentar este cambio de doctrina como algo progresivo no hace más que hablar de la enorme crisis de los partidos tradicionales, su fatal dependencia para con una institución que sustituye su dañado ascendente sobre las masas y la necesidad de colocar a un poder tradicional a contener a las masas que despuntan rebeliones, como último recurso ante la crisis. El documento cierra con la convocatoria a la Jornada Mundial de los Pobres, a la que seguramente asistirán los movimientos sociales-papales y la burocracia sindical argentinos que se encolumnan tras el arbitraje del Vaticano. El operativo reaccionario del Papa queda de relieve también en la política criolla.
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