El fútbol en la mira: por qué cabecear una pelota puede afectar el cerebro

Por mucho tiempo se creyó que las enfermedades cerebrales degenerativas solo encontraban un vínculo estrecho en los deportes más violentos. El boxeo, su mayor exponente, deja graves secuelas en los pugilistas más golpeados. Sin embargo, hace pocos días se descubrió algo impensado en la máxima pasión de los argentinos. La pelota de fútbol, al ser impactada en numerosas ocasiones, produce deficiencias en la memoria.

 

Así lo confirmaron investigadores de la Universidad de Stirling, de Reino Unido, en un estudio publicado en la revista EbioMedicine. El equipo de científicos tomó como voluntarios 19 futbolistas amateurs -5 mujeres entre ellos- a los que pidió que cabecearan 20 pelotas propulsadas desde una máquina que emulaba la potencia media de los envíos desde los tiros de esquina.



Los expertos estudiaron las funciones cerebrales antes y después del experimento futbolístico para establecer un punto de comparación. Después de la prueba, los exámenes cerebrales pertinentes arrojaron resultados alarmantes: las capacidades de la memoria se reducen entre un 41% y un 67% durante las 24 horas posteriores a haber cabeceado en reiteradas ocasiones una pelota.



Hasta este momento se especulaba que eran otros deportes de contacto, como el boxeo o el fútbol americano, los que ocasionaban problemas cerebrales. La neurocientífica Magdalena Ietswaart, una de las responsables de la investigación, explicó: "En vista de la creciente preocupación por los efectos que generan los deportes de contacto sobre la salud del cerebro, lo que queríamos ver era si nuestro cerebro reacciona de inmediato también al envío de una pelota de fútbol".



Con respecto a la duración de los efectos nocivos en el cerebro, más allá de que se detectaron con solo 24 horas de posterioridad, Ietswaart encendió una alerta: "A pesar de que los cambios fueron temporales, creemos que son importantes para la salud del cerebro, sobre todo si se sucede una y otra vez como lo hacen los jugadores de fútbol. Creemos que pueden afectar al cerebro a largo plazo", señaló.



El caso de Jeff Astle
En 2002, Jeff Astle, ex futbolista del West Bromwich Albion, murió a los 59 años debido a una enfermedad degenerativa del cerebro. Astle había sido un destacado delantero inglés, que había brillado entre las décadas del 60 y 70. Entre sus principales cualidades, resaltaba su cabezazo, además de por su eficacia, por la cantidad de veces que lograba ganar en el juego aéreo.



Tras su muerte, una vez analizado por los forenses, encontraron que ese talento excepcional había sido uno de los desencadenantes de su enfermedad cerebral. Los traumas leves generados por los reiterados cabezazos habían sido la causa de su muerte, de acuerdo al examen médico.



En 2014, se puso en marcha una campaña llamada "Justicia para Jeff", que exigía una investigación más exhaustiva para determinar una posible conexión entre el impacto de las pelotas de fútbol y las enfermedades degenerativas en el cerebro. En ese mismo año, se confirmó que Astle murió a raíz de una encefalopatía traumática crónica, una enfermedad asociada con los boxeadores y que en los últimos años también se vinculó al rugby y al fútbol americano.



A 14 años de la muerte del futbolista inglés, su familia y sus amigos comprobaron lo que habían sospechado durante tanto tiempo: la enfermedad de Astle se desató por sus constantes cabezazos. Aunque hay un detalle importante: los balones de aquel momento eran considerablemente más pesados que los actuales.
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