Gallardo apostó por un equipo inédito que falló en todo sentido de entrada y se metió en partido por los goles de Mora. ¿Cómo recupera a River para ir a Japón?
El River que volvió a ser River no es ese River. No hay caso y se repiten errores y, justamente, casos para el replanteo. Y si encima Gallardo apuesta por un planteo sorpresivo que no aporta soluciones y profundiza las dificultades, el combo es letal. Por primera vez letal en una competencia internacional desde que el Muñeco llegó para ganar Sudamericana, Recopa y Libertadores (o sea, todo). Un todo que ya no es tal.
El 3-4-1-2 con el que el entrenador sacudió el tablero en la previa tropezódesde el principio. Cuando Barovero falló en el 1-0, River no había pasado la mitad de cancha en dos minutos y mostraba lo que finalmente mostró en esos primeros 45 minutos fatídicos: grietas de arco a arco, desconcentraciones en defensa, poca contención en el medio, nada de juego asociado y una variedad de pelotazos y centros desde los costados absolutamente ineficaces.
Ni el parate ni el refrescar conceptos ni la arenga privada y pública de Gallardo... Hasta la mano del propio Muñeco de alguna manera se apagó. Y sus futbolistas -salvo excepciones- tampoco le respondieron. Casco y el averiado Vangioni, los supuestos pistones por los laterales, no salieron a jugar el segundo tiempo (es alarmante el nivel de Milton). La ausencia de Pisculichi fue un agujero imposible de disimular. Los que volvieron de sus selecciones no mantuvieron ese nivel de convocatoria. Y a los delanteros, claro, les llegaron pelotas sucias y demasiado a dividir.
A 19 días de la semifinal del Mundial de Clubes se acumulan los interrogantes y las preocupaciones que ya no apuntan a cómo parar al Barcelona sino a volver a ser algo de lo que fue y, así, estar más cerca de llegar al partido decisivo. Los goles de Mora lo dejaron a tiro de otra final de manera casi inesperada, casi impensada por lo que había jugado. Más que nunca, de acá al 16 de diciembre hará falta la mano de Gallardo... Que saque un muñecazo distinto.
Fuente:OLE
El River que volvió a ser River no es ese River. No hay caso y se repiten errores y, justamente, casos para el replanteo. Y si encima Gallardo apuesta por un planteo sorpresivo que no aporta soluciones y profundiza las dificultades, el combo es letal. Por primera vez letal en una competencia internacional desde que el Muñeco llegó para ganar Sudamericana, Recopa y Libertadores (o sea, todo). Un todo que ya no es tal.
El 3-4-1-2 con el que el entrenador sacudió el tablero en la previa tropezódesde el principio. Cuando Barovero falló en el 1-0, River no había pasado la mitad de cancha en dos minutos y mostraba lo que finalmente mostró en esos primeros 45 minutos fatídicos: grietas de arco a arco, desconcentraciones en defensa, poca contención en el medio, nada de juego asociado y una variedad de pelotazos y centros desde los costados absolutamente ineficaces.
Ni el parate ni el refrescar conceptos ni la arenga privada y pública de Gallardo... Hasta la mano del propio Muñeco de alguna manera se apagó. Y sus futbolistas -salvo excepciones- tampoco le respondieron. Casco y el averiado Vangioni, los supuestos pistones por los laterales, no salieron a jugar el segundo tiempo (es alarmante el nivel de Milton). La ausencia de Pisculichi fue un agujero imposible de disimular. Los que volvieron de sus selecciones no mantuvieron ese nivel de convocatoria. Y a los delanteros, claro, les llegaron pelotas sucias y demasiado a dividir.
A 19 días de la semifinal del Mundial de Clubes se acumulan los interrogantes y las preocupaciones que ya no apuntan a cómo parar al Barcelona sino a volver a ser algo de lo que fue y, así, estar más cerca de llegar al partido decisivo. Los goles de Mora lo dejaron a tiro de otra final de manera casi inesperada, casi impensada por lo que había jugado. Más que nunca, de acá al 16 de diciembre hará falta la mano de Gallardo... Que saque un muñecazo distinto.
Fuente:OLE