Ayer, tres sujetos fueron condenados a 50 años de prisión por asesinar con alevosía a Luis De Olivera Rodríguez en diciembre del 2010.
Foto:Gentileza César Lasso
Luego de más de seis horas, entre la declaración de una testigo y los alegatos por parte de la defensa y el fiscal de la causa, ayer por la tarde culminó la última jornada del debate Oral y Público por el salvaje asesinato de Luis De Olivera Rodríguez. Se trata del hombre de 35 años que fuera ultimado a cadenazos, palazos y cuchillazos frente a su vivienda del barrio Piedras Brancas de Garupá, en diciembre de 2010.
Por este hecho, tanto Hugo Olivera (30), acusado de ser el supuesto autor material del hecho, como Gustavo Fidotto (22) y Mauro Lezcano (27), ambos como partícipes necesarios, fueron condenados ayer por el Tribunal Penal II de esta ciudad a purgar la pena de prisión perpetua, lo que equivale a 50 años de cárcel.
Los tres fueron encontrados culpables de “Homicidio calificado agravado por alevosía”, en base a los diversos relatos hechos por varios testigos que presenciaron el enfrentamiento y que confirmaron la responsabilidad de los acusados en la muerte de Rodríguez.
En primer orden, declaró una exvecina de la víctima, quien brindó pocos detalles que pudieran beneficiar a la investigación.
Seguidamente se pasó a la etapa de alegatos y luego de un cuarto intermedio, tras los argumentos por parte de la defensa como del fiscal, se procedió a la lectura de la sentencia.
Cabe destacar que la defensa de los acusados intentó que la condena sea menor al justificar la existencia de un homicidio en riña, al señalar que durante la etapa de testimoniales no se había logrado identificar al autor material del crimen. Pero el pedido al tribunal iba en contraposición a los dichos argumentados por el fiscal de la causa, Rolando Oliva, quien dejó bien en claro que los tres acusados, la noche del 23 de diciembre, actuaron con alevosía al aprovecharse de la indefensa de la víctima para atacarlo y causarle posteriormente la muerte. Para ello se basó en la premeditación que hicieron los implicados al ir a buscar a la víctima hasta su propia casa.
El tribunal estuvo conformado por los magistrados Alfredo Escribano (presidente), Roque Martín González y Marcela Leiva.
Madrugada sangrienta
El sangriento episodio sucedió en vísperas de la Navidad de 2010, frente a la vivienda de Luis De Olivera Rodríguez, en la intersección de las calles Ñacanguazú y Salto Encantado del barrio Piedras Blancas de Garupá.
La víctima se encontraba en su vivienda junto a parientes y amistades, festejando el cumpleaños de una conocida cuando Olivera, Fidotto y Lezcano comenzaron con las agresiones que más tarde se iban a transformar en muerte.
Según surge de la investigación y el aporte de los testigos, los acusados primeramente buscaron a su víctima y al no hallarlo, se escondieron en un monte para, desde ese sitio, tirar piedras al techo; luego fueron a buscarlo.
Supuestamente, la bronca de Olivera con el dueño de casa tenía que ver con la relación sentimental que éste tendría con una exnovia suya y que estaba en el festejo porque era la agasajada.
En el expediente consta que cuando los agresores llegaron a la casa de Luis, éste los enfrentó para decirle que no tenía nada que ver con la chica y como respuesta recibió un golpe en la nuca que prácticamente lo desvaneció y cayó al piso.
Los testimonios de los testigos coincidieron en que en ese momento, el mismo Olivera (que antes le había golpeado) lo arrastró ayudado por los otros hasta la calle y comenzaron a propinarle una feroz golpiza con una cadena, maza, palos, piedras y un cuchillo.
El ataque fue tan brutal que la cadena de un metro de largo tenía un candado en el extremo se rompió por los golpes, destrozando el cuerpo de la víctima que todavía seguía con vida, aunque moribundo en la calle.
Los golpes duraron varios minutos y cuando los agresores comenzaban a alejarse de la escena, la sobrina de la víctima intentó auxiliarlo y en medio de la desesperación gritó a los demás que su tío aún estaba con vida, dato que enfureció aún más a los atacantes, que regresaron. A decir de los testigos, Olivera se subió arriba de la víctima y luego de propinarle más golpes lo apuñaló varias veces y uno de esos letales puntazos le destrozó el corazón, causándole la muerte de manera inmediata.
Prófugo, usó el nombre de un hermano para escapar de la Justicia
A finales de diciembre del 2010, Hugo Olivera (30) estaba prófugo de la Justicia misionera, luego de haber protagonizado el horrendo asesinato de Luis de Olivera Rodríguez. A días de ocurrido el sangriento ataque, otros dos implicados en la causa habían sido detenidos por la Policía, pero de Olivera no se sabía nada. Si bien los pesquisas lo buscaron, este no aparecía por ningún lado.
Finalmente, a principios de noviembre de 2012, a casi un año del asesinato, luego de importantes tareas de inteligencia, Olivera fue ubicado en la localidad correntina de Santo Tomé. El sospechoso estaba preso en ese lugar desde marzo de aquel año, pero con una particularidad. Olivera estaba usando el nombre de un hermanastro, quien era investigado por un robo.
Según habían confirmado fuentes de la vecina provincia, el hombre se hacía pasar por Fabián Leonardo Ortiz y en menos de una semana fue trasladado nuevamente a la provincia para rendir cuentas ante la Justicia.
El prófugo también era sospechoso de ser el autor de un robo calificado, ocurrido también en Garupá, donde a un sereno le cortaron un dedo para robarle la moto y 700 pesos.
Fuente: Misionesonline